El blanco de sus cabellos movilizan nuestras pupilas. En una rotonda de plaza concurrida, bailan sin parar.
Las piezas sueltan sus letras . Ellas y ellos las tararean mientras juegan a cambiar de pareja.
Francisca y yo miramos el show divertidas. En un descuido, la observo comunicándose entre risas y gestos con algún desconocido. Busco en el tumulto y lo encuentro. Parece extranjero y revela su carisma.
Trato de recuperar la atención de mi hija hacia los danzantes con penoso resultado. Me pide bajar a caminar y sin mucha convicción, cedo a su pedido.
Entre tropiezos, llegamos hasta el extranjero que, tan solo unos minutos atrás le sonreía. Conversa con dos mujeres sonrientes. Francisca se para frente a él y suelta su repertorio de gracias: ejercicios, sentadillas, piruetas, sacude las manos. Mientras, es inevitable que yo escuche la transacción. Pactan 350 soles por retirase a un hotel. Los tres. El nuevo amigo de Francisca negocia el precio más una visita a una hamburguesería.
Una vez que Neal cierra el trato devuelve su atención a mi hija y delinea una sonrisa tierna. Las chicas secundan el juego y se acercan. Francisca me pide ir al coche. ¡Ya lo sabía! Acostumbra agasajar a sus amistades compartiendo sus juguetes.
Pasa un señor vendiendo frascos para hacer burbujas y mi niña reclama el suyo. Me niego, pero Neal insiste en ser él quien lo compre. Acepto, con un dejo de inseguridad y le doy las gracias. Las chicas de la transacción pelean por hacer burbujas.
_A mi hijito le encantaban también.- comenta la que gana.
Francisca, le entrega su oso a la perdedora y sin pausa parece elevarse de emoción al tratar de atrapar cada burbuja, como si fueran cada una, deseos vitales de una larga vida.
Nos extraviamos en el juego, por largos minutos.
Cuando anuncian su partida mi hija solloza. La distraigo con más burbujas, pero ya no ríe.
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Natal y me ha gustado mucho leerte.
Qué interesantes articulos, bien escritos pues la lectura fluye y deja espacio a la reflexión… mamá laberíntica qué va encontrando salidas.
Me alegra saber que te gustó y que abrió la puerta de la reflexión.
Gracias Graciela.