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Bucear por tonalidades que el cerebro no tenía registrado es semejante a sumergirse en aguas azules de hijas, hijos, hijes. Petardos de rubores disparan para no morir.

¡No!
Se termina el oxigeno.

Si no flotas respirando aquel aire de esencia intransferible, la cordura peligra. El disfrute con hedor del deber se hunde sin paciencia .

Inhálate hasta que la asfixia asuste. Cuando tus glóbulos agradezcan el oxígeno obsequiado, el retorno es un vía. Quizás un placer.

 

Photo by Jeremy Bishop on Unsplash