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Cuando deje de llover habré convivido con el último invierno de mi ciudad.
Vivir cuarenta años en una misma ciudad, ¿es mucho?
Podría ser la mitad de una vida.
¿Y cuánto es una mitad? Una de las dos partes de un todo.
Y si el todo es una vida, ¿la mitad del todo, podría ser bastante?
Perder la mitad del camino o  conquistar el siguiente.
Me desagarraré atrapada en la primera parte hasta inundarne en la segunda.
La nueva mitad del camino me atrapará, sutilmente.
Como si, mientras nos perdemos en líneas fascinantes, la música que suena en segundo plano. Resulta una música tan sabia, que tira de todos los sentidos, hasta que el mundo se vuelve un nervio acustico, un oido.
Quizas así, sutilmente.
No me acuerde de este invierno.