Skip to main content

He dejado de olfatear a mi hija a tiempo completo y el placer del silencio me susurra al corazón cada vez que nos dejamos.
La persigo, me escondo o escapo. La veo descubrir su felicidad o tristeza en nuevos rostros.
Ya no soy su todo. Ya no.
Atrapo sus manías y me perfumo en su lenguaje.
Ella sospecha que siempre hay más por aquí y por allá y allí estamos las dos, encontrándonos, a veces frente a frente, entre recuerdos o en rumbos clandestinos.
Lamo a mi cría cada vez que me deja, la inhalo hasta marearme mientras su vida pasa al costado de la mía.

Photo by Alex Flash on Unsplash