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Amanecía sobresaltada buscando sus latidos. El insomnio enfrentaba a mi resistencia.
La permanente prolongación de mi cuerpo vertido en ella, desplumaban mis alas.
Los jardines despertaban bellos y distanciados
El universo rueda porque sí y Francisca lo caza.
La luz de la evolución me despabila y las plantas retoman sus verdes.
Las calles dejan de ladrar a mi sombra y así abandono el estado de alerta.
Mientras empaña el frío y mis calmas ella va pintando el lienzo sin fin de su papá y el mío.
Hoy, mis ganas atraviesan las nubes y vuelo detrás de mi hija , aunque no siempre la alcance, porque está más arriba.
Volando.
Ya.